27 de Febrero de 1844 : Recuentos de Nuestra Historia
Todos los años en nuestro país Republica Dominicana celebramos con orgullo una de las fiestas patrias mas importantes de nuestra nación. En ella recordamos con orgullo y valentía nuestra libertad, nuestra liberación del yugo extranjero que quiso hacer de todos nosotros esclavos y ser entes que aun siendo dominicanos pertenecer a otra región o país.
En ese glorioso día hace 166 años un grupo de dominicanos armados de valor e incansables luchadores tras mucho sacrificio y perdidas humanas trazaron una meta que parecía inalcanzable lograr la libertad y hacer de nuestro país tierras soberanas y lograr su independencia.
Son muchos los historiadores que narran de distintas maneras la gesta de la independencia de la Republica Dominicana, son muchas las personas que intervinieron para lograr nuestra libertad, son muchos los héroes y heroínas dominicanas que aun transcurrido todo ese tiempo son patriotas anónimos que algún día los que los omitieron van a salir relucientes en nuestros días.
El 27 de febrero por la noche todo estaba preparado para dar el golpe contra la dominación haitiana, contando los dirigentes de la Revolución con el concurso de los batallones 31 y 32, compuestos por dominicanos y reintegrados a la plaza de Santo Domingo apenas el 30 de agosto, así como con el apoyo de los hermanos Pedro y Ramón Santana, cuyo prestigio en el Este aseguraba el concurso de toda la región oriental.
El plan de los revolucionarios era tomar posesión de todos los fuertes de la vieja muralla que rodeaba la ciudad, tanto como del puerto y de la barca que enlazaba el barrio de Pajarito (actual Villa Duarte) en la parte donde antiguamente se fundó Santo Domingo, y la ribera occidental del río, contando para ello con numerosos oficiales y clases de la guarnición capitaleña que se habían comprometido en la revuelta.
Serra relata: "… se señaló el 27 de febrero a las 11 de la noche para proclamarse el advenimiento de la República Dominicana…" El punto de reunión era la Plaza de la Misericordia, al lado de la puerta que se conoce ahora como Puerta de la Misericordia. Continúa Serra: "Creíamos que el número de los concurrentes sería mayor, pero desgraciadamente éramos muy pocos. Comprometida es la situación, dijo Mella, juguemos el todo por el todo; y disparó al aire su trabuco." Este disparo marcó el inicio de la abierta acción separatista.
Acercándose entonces todos los patriotas al Baluarte del Conde, el cual fue entregado a los febreristas por el Oficial Comandante, jefe de destacamento militar del Conde, Teniente Martín Girón, quien había sido conquistado por don Manuel Jimenes, el mismo que en un futuro habría de ser Presidente de la República. Desde ese momento, el Baluarte del Conde quedó convertido en cuartel general y centro principal de la Revolución, al dirigirse desde allí todas las operaciones e instalarse el primer Gobierno de la República, presidido por Sánchez, y con la denominación transitoria de Junta Gubernativa Provisional, de la cual formaban parte además, Ramón Mella, José Joaquín Puello, Remigio del Castillo, Wenceslao de la Concha, Mariano Echavarría y Pedro de Castro y Castro.
Luego que los rebeldes tomaron posesión del Baluarte, José Llaverías abrió el portón con una bayoneta a fin de que por ella penetraran los primeros refuerzos que recibió la República, llegados del cercano pueblo de San Carlos [en la actualidad, un barrio de la ciudad de Santo Domingo] al mando de Eduardo Abreu. El Teniente Ángel Perdomo preparó la artillería del mismo, así como la del fuerte de La Concepción; entre los que lo ayudaron hay que agregar a la tía de Sánchez, la heroica e infortunada María Trinidad Sánchez, quien "en sus propias faldas conducía pólvora para las murallas" y repartía cartuchos en las murallas.
La incursión realizada esa noche por el Coronel Deo Hérard (hijo del Presidente Charles Hérard ainé), se replegó al ser recibida por una nutrida descarga disparada por los patriotas.
La República Dominicana fue proclamada, en ausencia de Duarte, la noche del martes 27 de febrero de 1844 en la puerta de El Conde de la ciudad de Santo Domingo por Tomás Bobadilla, Francisco del Rosario Sánchez, Matías Ramón Mella, Manuel Jimenes, Vicente Celestino Duarte, José Joaquín Puello, Gabino Puello, Eusebio Puello, Eduardo Abreu, Juan Alejandro Acosta, Remigio del Castillo, Jacinto de la Concha, Tomás de la Concha, Cayetano Rodríguez, Félix María del Monte y otros patriotas. En el Seybo, el mismo 27 en la madrugada, Pedro Santana, ya se había adelantado proclamando la Separación de Haití, siendo aclamado General del Ejército.
El día 28 de febrero, al amanecer, grupos de dominicanos tenían cercada La Fuerza (actualmente, Fortaleza Ozama) y todos los puestos de guardia haitianos, y turbas amenazadoras se arremolinaban en torno a las residencias de las personalidades haitianas de mayor significación; además, ya patrullas dominicanas recorrían todas las calles de la ciudad, Evidentemente amedrentado por la actitud agresiva de los dominicanos, el comandante General Henri Etienne Desgrotte suscribió dos cartas: una dirigida al Cónsul Saint-Denys, manifestándole el grave peligro que corrían los miembros de la colonia haitiana, dejando constancia de su disposición para iniciar negociaciones con los insurrectos; y la otra, dirigida a los revolucionarios de la Puerta del Conde, invitándolos a darle a conocer sus propósitos y sus aspiraciones. Esta gestión del General Desgrotte fue conocida por la Junta Gubernativa Provisional que se había constituido, de facto, desde la noche anterior.
La Junta Provisional respondió por escrito diciendo que la privación de nuestros derechos, las vejaciones y la mala administración del gobierno haitiano, nos ha puesto en la firme e indestructible resolución de ser libres e independientes, a costa de nuestras vidas y nuestros intereses, sin que ninguna amenaza sea capaz de retractar nuestra voluntad.
Mientras se escribía esta declaración, el tambor redoblaba incesantemente en el Baluarte, tocado por el soldado Nicolás de Bari en señal de libertad.
Los haitianos se consideraron sin fuerzas para combatir un alzamiento de tal magnitud, y para protegerse apelaron a los buenos oficios del Cónsul de Francia, Saint-Denys. Las negociaciones por intermedio del Cónsul francés avanzaron en el curso del día 28 y al llegar la noche, Desgrotte y sus oficiales y soldados habían capitulado mediante un documento de diez puntos que firmaron: la comisión designada por la Junta para negociar, la Junta misma, los comisionados de Desgrotte el propio Desgrotte y finalmente el Cónsul de Francia. La capitulación por parte de los haitianos garantizaba la entrega pacífica del Poder a los dominicanos y facilitaba la salida de los funcionarios depuestos y sus respectivas familias dentro de un plazo razonable y en condiciones honorables.
Aquel mismo día se confeccionaba la primera bandera dominicana, creada con elementos de la misma haitiana, colocándole a ésta una cruz blanca que partía en cuarteles las dos franjas horizontales -azul y rojo- del pabellón occidental. Posteriormente los cuadros azules y rojos de la bandera dominicana fueron alternados. La tradición popular le atribuye la confección de la primera bandera a Concepción Bona, vecina del célebre Baluarte.
El primer himno dominicano fue obra del escritor Félix María del Monte, teniente de la Guardia Nacional, quien lo improvisó mientras prestaba servicios en la Fortaleza Ozama el primero de marzo de 1844.
Con la entrega de la fortaleza, el arsenal y las oficinas de Hacienda, la Revolución se adueñó totalmente del poder el día 29 de febrero por la mañana y la Junta provisional dejó solemnemente constituida la República Dominicana nombrando, al mismo tiempo, varios delegados para que visitaran los demás pueblos de la parte del Este para comunicar las noticias de la Separación y tratar de que esos pueblos proclamaran a su vez su separación de Haití.
Fuentes Textuales: http://www.jmarcano.com/
Por otra parte:
Independencia
Dominicana
El 9 de Febrero de 1822, a tan sólo 39 días
de haberse proclamado la independencia de
España por José Núñez de Cáceres, el nuevo
estado fue invadido por 12,000 efectivos
del ejército Haitiano. Se pisoteaba la
soberanía del nuevo estado llamado Haití
Español y se le anexaba a la segunda
nación en conquistar su independencia en
América (Haití). Así se iniciaba la
“larga tribulación”, que por 22 largos años
sufrirían los dominicanos, bajo la bota
avasalladora del Dictador Haitiano General
Jean Pierre Boyer.
En el presente, hay quienes cegados por el
resentimiento y el prejuicio racial, han
pretendido desconocer la verdadera
historia, al sostener las expresiones de
Boyer. De que fue llamado a ocupar el
territorio nacional, con la finalidad de
abolir la esclavitud y mejorar la economía
del país. Para sostener dicho juicio, el
presidente Haitiano se basaba en el hecho
de que en el país no se disparo un tiro
durante la ocupación, que su presidente
José Núñez de Cáceres le recibió con un
abrazo, a las puertas de la Capital.
La realidad fue, que la población fue
paralizada por el terror que le inspiraba
aquel ejército compuesto por tártaros de
ébano. Aún perduraba el recuerdo las
aterradoras escenas, perpetradas tan solo 20
años antes, por las tropas del General Jean
Jacobs Dessalines y del lúgubre General
Cristóbal, en las invasiones de 1801 y 1805.
Durante estas invasiones los pueblos de
Monte Plata, La Vega, Cotuí, San Francisco
de Macorís, San José de las Matas y
Montecristi fueron saqueados y luego
quemados por las tropas comandadas por el
General Dessalines.
Pero peor suerte tuvieron los pueblos de
Moca y Santiago que fueron atacados por el
General Cristóbal, pues sus poblaciones
fueron exterminadas casi en su totalidad. En
Santiago se efectuaron actos tan crueles
como lo fue el arrojar a María Serra (quien
padecía trastornos mentales) a las
caudalosas aguas del río Camú, en la
oscuridad de la noche.
También se engañó a la a la población al
pedírsele a la población a acudir a la
iglesia tras garantizarles a todos la vida,
ya en el templo decapitaron y desmembraron a
más de 500 personas; el sacerdote Fray Pedro
Geraldino fue ensartado en las bayonetas.
Este acto de barbarie sin paralelo en
nuestra historia, fue repetido en Moca,
donde luego de cerrar las puertas de la
iglesia para que nadie pudiese escapar,
los feligreses fueron decapitados y
desmembrados.
El cura José Vázquez fue quemado vivo en
las entrañas del templo, además las
autoridades del Ayuntamiento fueron
colgadas en un balcón del Cabildo, para dar
testimonio de una crueldad satánica que
trascendía el límite que separa al hombre de
las fieras. (José Gabriel García. Hist. Sto.
Dom. Tomo No.1, Pág. 314). Fue tan grande la
matanza que la población disminuyó de
125.000 habitantes en 1797 (según el
historiador martiniqueño Moreau de
Saint-Mery) a 63.000 habitantes en 1819
(Censo levantado por los españoles antes de
la invasión de Boyer) (La Isla al revés.
Joaquín Balaguer, Pág. 103)
Por las razones expuestas, el pueblo optó
por someterse sin disparar un solo tiro, al
representante de un país superior en número
a la sazón 600.000 Habitantes, que tenía el
prestigio de haber derrotado al ejército de
Napoleón Bonaparte. El falso argumento
esgrimido por el unificador de Santo Domingo
(Boyer) para justificar el sometimiento de
los dominicanos, fue el de abolir la
esclavitud en toda la Isla Española, pero la
emancipación de un pueblo no justifica el
sometimiento ni el exterminio de otro.
Las
verdaderas razones de la invasión residían
en:
1. La adquisición de nuevas tierras, para lo
que era necesario propiciar la migración de
los colonos para ocupar sus tierras y
propiedades y luego repartirlas entre la
oficialidad del ejercito Haitiano,
solidificando así Boyer su posición de
autócrata gobernante.
2. El de forzar a los habitantes de la parte
española a pagar parte de los 150.000.000
Francos que requería Francia de Haití como
indemnización, para reconocer su
independencia (Franklin Franco. Historia del
pueblo Dominicano Pág. 184-185).
3. El de fusionar dos pueblos con raza,
cultura, idioma, religión e historia
diferentes, sin contar con la aceptación de
los conquistados, este era un sueño
largamente acariciado por el iniciador de la
revuelta de los esclavos “Toussaint Louverture”.
Tan pronto Boyer regreso a Haití, el país
quedó bajo la responsabilidad del General
“Jerónimo Maximiliano Borgela. Se inició
la persecución del clero católico, en
especial del arzobispo Pedro Valera, quien
se negó a reconocer el nuevo Gobierno. Se
ordeno el cierre de la Universidad más
vieja del Nuevo Mundo, se cerraron las
escuelas y se sustituyeron los símbolos
hispánicos por los haitianos. También se
intentó abolir el uso del español como
lengua y se implantó la Constitución
Haitiana de 1816 que en sus artículos 38 y
39 ordenaba lo siguiente:
Art. 38.- Ningún blanco cualquiera que sea
su nacionalidad, podrá poner pie en
territorio haitiano a título de amo o
propietario. Solamente se reconocerán como
haitianos los blancos que formen parte del
ejército, los que ejercen funciones públicas
y a los admitidos en el país antes de la
publicación de la Constitución del 27 de
Diciembre de 1806. Para el futuro y después
de la publicación constitucional, ningún
blanco podrá aspirar a los mismos derechos
ni ser empleado, como tampoco adquirir la
ciudadanía ni propiedad en la República.
Art.39.- Por otra parte se permite después
de un año de residencia en el país adquirir
los derechos de ciudadanía y naturalización
a todo africano, indo americano y sus
descendientes nacidos en colonias o países
extranjeros. El odio expresado en los
artículos que preceden (nos recuerda el
decreto lanzado por Dessalines de “muerte al
blanco”) propició el que la soldadesca
haitiana cometiera horrendos crímenes,
como lo fue el asesinato de Andrés Andújar y
sus hijas las vírgenes de Galindo.
Estas jóvenes junto a su padre fueron
salvajemente violadas, luego descuartizadas
y sus despojos lanzados a un pozo que les
sirvió como sepultura. Este repugnante acto
fue perpetrado por los oficiales haitianos
Condé y Lenoir (Joaquín Balaguer.”Centinela
de la Frontera”, Pág. #19), quienes
poseedores de una sexualidad desenfrenada
exacerbada por el alcohol, cometieron tan
horrenda barbarie.
Hechos como este motivaron el inicio de
una gran migración hacia Cuba, Puerto Rico y
Venezuela; la población trataba de
escapar a la ira racial y a los
desenfrenados apetitos sexuales de los
invasores, así como al filo de sus
espadas. Aquel ejercito de bárbaros, como
el de Atila, arrasaba con todo lo que
encontraba a su paso, nunca sabremos cuantos
dominicanos murieron ni cuantos lograron
escapar.
Pero si sabemos que al término de la
ocupación la población dominicana era de
unos 30.000 habitantes, (según el libro
“República Dominicana” publicado por el
Gobierno del Presidente Cáceres), se
redujo en un 50 % en relación al censo
efectuado por los Españoles en 1819 donde
fueron contadas 63.000 almas.
De esta forma se ensañaron los invasores con
un pueblo indefenso, que su único delito fue
el de ser el primado de América y el de
estar compuesto por los descendientes del
Gran Almirante y de los aventureros que le
acompañaron en la más grande de las epopeyas
que re-cuerda la humanidad. La primera
manifestación de repudio contra la
ignominiosa ocupación se inició en el año
de 1824 con la revolución de Los
Alcarrisos, quienes la encabezaron fueron
fusilados.
Pero resistencia organizada tendría que
esperar el retorno de un joven nacido el 26
de enero de 1813, que debido al cierre de
las universidades había sido enviado a
Europa y Estados Unidos con la finalidad de
educarse, nos referimos a Juan Pablo Duarte
y Diez. Luego Europa Juan Pablo pudo ver
como ideas liberales se habrían paso en el
viejo continente y a su regreso junto a
otros ocho compañeros funda la sociedad
secreta la trinitaria, el 16 de julio de
1838. La sociedad quedó instalada en casa
de Juan Isidro Pérez, la cual estaba
localizada frente a la Iglesia del Carmen;
su propósito era separar la parte oriental
de la Isla Española de la República de Haití
y crear en ella un estado libre y soberano.
Los ideales de los trinitarios se basaban
en la doctrina cristiana y en ideas de
igualdad traídas por su fundador desde
Europa.
Predicaban que en el nuevo estado las
únicas diferencias que serian aceptadas
entre los hombres, serían las que derivan de
las virtudes y los talentos; relegando así
las injusticias históricas a un doloroso
pasado que sólo perduraría en el recuerdo.
Con el fin de recolectar fondos para la
causa emancipadora y de crear espíritu
público, los Trinitarios crearon la Sociedad
Dramática “La Filantrópica”. Esta sociedad
montaban obras teatrales alusivas que de
algún modo resultaban aplicables a los
opresores, así se esparció por todo el país
la idea de la Independencia.
En marzo de 1843 el Movimiento La Reforma,
liderado por el general Charles Herard, dio
término al gobierno de Boyer quien llevaba
25 años gobernando la República de Haití y
21 años a los Dominicanos, acontecimiento
que aprovecharon los patriotas para acelerar
los preparativos de la independencia.
La información filtrada de labios de
apátridas llegó a oídos del presidente
Herard, quien se apersonó en la ciudad de
Santo Domingo e inició una tenaz persecución
en contra de los revolucionarios; siendo
arrestado para luego ser liberado Matías
Ramón Mella Castillo. El líder del
movimiento Juan Pablo Duarte se vio forzado
a partir en una goleta rumbo a Saint Thomas,
razón que le impidió asistir a la noche de
la Independencia, quedando el grupo bajo el
liderazgo de Francisco del Rosario Sánchez.
Además de los trinitarios existía el grupo
de los afrancesados que a través del Cónsul
Francés señor Levasseur gestionaba el
beneplácito de Francia a la independencia, a
cambio de entregar la península de Samaná.
Al enterarse los trinitarios del peligro
que representaba este grupo para la
formación de una nación totalmente libre y
soberana, adelantaron sus planes
emancipadores.
La noche transcurría plácida, el susurro de
un grupo de ciudadanos que se acercaba a la
Puerta de la Misericordia rasgaba su
silencio, era la fecha escogida 27 de
Febrero de 1844.
Los patriotas que se habían congregado en
el lugar para iniciar la revolución se
dispersaban, pues la inseguridad y el temor
se había apoderado de ellos. De pronto un
estampido redentor proveniente del trabuco
de Matías Ramón Mella Castillo, desveló a
la soldadesca haitiana las intenciones del
grupo. No había otra salida que luchar.
Tras un nutrido tiroteo los invasores
capitularon, entregaron la plaza y las
armas, la multitud eufórica marchó entonces
hacia la puerta Del Conde, donde retiraron
el pabellón haitiano y enarbolaron en la más
alta de las astas, la enseña tricolor
bordada por Concepción Bona, como signo de
redención a 22 años de ignominia.
Así nacía la República Dominicana, bajo el
ideario del más inmaculado de los próceres
americanos, Juan Pablo Duarte y Diez. En
ella no perecería jamás la libertad, ni la
igualdad entre los hombres. Sus hijos
estaban dispuestos a defender su
independencia de toda nación extranjera, sin
importar el precio a pagar, dándolo todo
por la Patria, incluso la Vida.
Dr. Luis M.
Campillo
La Gesta de 1844
Puestos en
contacto los conspiradores de la Reforma
Haitiana con los conspiradores de la
Separación Dominicana, se inició el plan
para derrocar a Boyer, quien llevaba 25 años
como gobernante de Haití, y 21 años
gobernando a los dominicanos. La revuelta
militar se inició en Praslin, una finca
perteneciente a Charles Herard, quien
contaba con el apoyo de hombres
experimentados en asuntos públicos y con
algunos de los cuales se formaría un
gobierno provisional. El derrocamiento de
Boyer se produjo en marzo de 1843, después
de algunos choques armados.
Cuando la noticia de tal acontecimiento
llegó a Santo Domingo, produjo un ambiente
de agitación que amotinó a grupos
dominicanos y haitianos antiboyeristas. Al
mando de Duarte, del ex-diputado Alcius
Ponthieux y del General Desgrotte, los
amotinados con el grito de Viva la Reforma!
intentaron apoderarse de la fortaleza de la
ciudad, pero fracasaron cuando tropas
gubernamentales los hicieron dispersarse y
escapar a San Cristóbal.
Con el apoyo de la guarnición de dicho
poblado se organizaron, logrando que
moradores de Azua y de Bani formaran parte
de un ejército de unos 2,000 hombres que
marcharon a Santo Domingo, obligando a que
el General Carrié renunciara al mando. En
consecuencia, se formó una Junta Popular y
Civil en Santo Domingo que sustituyó el
gobierno del General Carrié. Varias juntas
se formaron en otras localidades, siempre
integradas por dominicanos y haitianos
partidarios de defender la Reforma. Duarte
participó activamente en la organización de
las mismas.
El Gobierno Provisional que encabezaba
Charles Herard convocó a las diversas juntas
para elegir las autoridades municipales y
también los diputados de la Asamblea
Constituyente de la República, que debían
redactar una constitución-liberal. Un grupo
de dominicanos se hicieron partidarios de
una posición autonómica sin romper con la
indivisibilidad de la isla.
El grupo dirigió a la
Junta Popular de Santo Domingo una petición
en la que se señalaba que al no ser
considerada la región del Este como un
territorio conquistado, se le debía permitir
escribir sus documentos oficiales en
español, como también la observación del
catolicismo, y de usos y costumbres locales.
Se creó además un ambiente de tensiones, de
denuncias, de sospechas. La posición de los
autonomistas originó debates entre
dominicanos y haitianos. Estos últimos
comenzaron a evidenciar que la unidad
insular estaba en peligro. Para mediados de
1843, no sólo la agitación separatista
publicaba todo tipo de documentación
antihaitiana, sino que inclusive muchos
trinitarios salieron triunfadores en las
elecciones municipales, y trabajaban
abiertamente contra la dominación que
llevaba casi 22 años. La movilidad de los
separatistas y en especial la de los
Trinitarios le fue denunciada a Herard,
quien decidió supervisar la zona dominicana,
y quien al Ilegal a Dajabón descubrió que
pese a los esfuerzos del predominio
haitiano, los habitantes del Este seguían
manteniendo su idioma y sus costumbres. En
Santiago se inició la persecución de los
Separatistas con el arresto de numerosos
patriotas. Después continuó en Macorís y
Cotuí donde Ramón Mella fue hecho
prisionero.
Al llegar a Santo Domingo, Herard Constató
con más certeza la rebeldía antihaitiana, al
ser recibido con cierta hostilidad por parte
de muchos ciudadanos de origen español
quienes habían cerrado las puertas de sus
casas en señal de protesta. Los Trinitarios
tuvieron que desbandarse ante el despliegue
militar efectuado por Herard para tomar el
control y así detener la marcha de los
acontecimientos separatistas.
Perseguidos con tenacidad, Duarte y algunos
compañeros tuvieron que embarcarse
clandestinamente rumbo a Saint Thomas,
mientras otros tuvieron que ocultarse, o
como Sánchez, fingir enfermedad. En medio de
estas circunstancias, los Trinitarios se
vieron desorganizados, pero pudieron
recuperarse al quedar su movimiento de
independencia bajo el liderazgo de Francisco
del Rosario Sánchez. Obligados a la
clandestinidad, los Trinitarios se
dividieron en dos grupos. Mientras uno
estaba al mando de Sánchez y de Vicente
Celestino Duarte, el otro estuvo dirigido
por Mella, quien había sido dejado en
libertad. En el exterior, Duarte buscó
armamentos y otros recursos, principalmente
en Venezuela y Curazao. Al no tener el éxito
esperado, ordenó hacer uso de los bienes
familiares en beneficio de la causa
independizadora.
Además de los Trinitarios, los Separatistas
afrancesados se movilizaron calladamente y
obtenían el beneplácito del Sr. Levasseur,
Cónsul general de Francia en Puerto
Príncipe. A través de él ofrecieron entregar
Samaná si Francia apoyaba o protegía la
Separación. Contando con tal apoyo
Bueneventura Báez y sus seguidores planearon
dar un golpe en abril de 1844.
Enterados del plan de los afrancesados, los
Trinitarios decidieron adelantarse. Para
enero de 1844, algunos hombres públicos como
Tomás Bobadilla habían sido incorporados al
movimiento. También para esa fecha
publicaron un manifiesto como contraparte a
otro publicado por los afrancesados en Azua.
Mientras estos últimos justificaban la
necesidad de separarse de Haití y acogerse a
la protección de Francia, los Trinitarios
invitaban a la rebelión abierta. En el
manifiesto que hicieron circular
profusamente, y el cual redactó Bobadilla,
se establecía "el deber de los pueblos de
sacudir el yugo", al mismo tiempo que
anunciaba los males que había engendrado la
ocupación haitiana, pero sin incitar al odio
o a la venganza". Para febrero, la situación
de Santo Domingo hacía propicio llevar a
cabo el plan de la separación, como también
las condiciones del gobierno de Herard,
quien enfrentaba numerosos problemas en
Puerto Príncipe y otras zonas occidentales,
razón por la cual se había retirado de la
región dominicana meses atrás con el apoyo
de los hateros seibanos, los Trinitarios
acordaron reunirse en la Puerta de la
Misericordia el día 27 por la noche, y de
allí marchar hasta el Baluarte del Conde, al
mismo tiempo que se posesionaban de algunos
sitios estratégicos. Una vez en el Baluarte
izaron la bandera, y en medio de la
agitación, las tensiones del momento y de un
breve tiroteo que se produjo, proclamaron la
independencia.
La misma no sólo constituía el fin del
predominio haitiano, sino el nacimiento de
la Republica Dominicana.
Fuentes Textuales: http://www.escritoresdominicanos.com/
Cuatriboliao :
Las Ciguapas : Nunca se ha oído hablar a las ciguapas; afirman que emite aullidos e hipidos cuando corren por los campos, y cuando saltan o duermen entre las ramas de los árboles.
El Merengue : Parece ser que el merengue se desprende de una música cubana llamada UPA, una de cuyas partes se llamaba merengue
Eugenio Deschamps : Nació en Santiago de los Caballeros el 16 de junio de 1861, fruto de la unión de Eugenio Deschamps, de nacionalidad francesa, y de Natividad Peña. .
Ulises Francisco Espaillat Nació en Santiago de los Caballeros el 9 de febrero de 1823. Fueron sus padres Pedro Ramón Espaillat y María Petronila Quiñones. Casó con su prima hermana Eloisa Espaillat con quien procreó seis hijos
Gregorio Luperón : Una de las más relevantes figuras del escenario histórico dominicano: Patriota, militar y político. Nació el 8 de septiembre de 1839 en Puerto Plata hijo de Nicolasa Duperrón y Pedro Castellanos.
María Trinidad Sánchez : fue una activista dominicana quien tuvo una participación protagónica en la independencia de la República Dominicana
Orlando Martínez : Brillante periodista, militante revolucionario ejemplar fue asesinado el 17 de marzo de 1975, aproximadamente a las 7:00pm.
Minerva Mirabal : Fue una abogada y activista dominicana; y una de las hermanas asesinadas por el dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo.
Patria Mirabal : Fue bautizada tres meses después en la Iglesia San Juan el Evangelista de Salcedo, siendo sus padrinos los señores Raymundo Garrido y Carmela Reyes.
María Teresa Mirabal : Gracias a su ejemplo, hoy día miles de mujeres se manifiestan contra la violencia y luchan desde sus particulares trincheras hermanadas por la idea de alcanzar una vida libre de violencia.